Cultivos ecológicos y fincas rústicas sostenibles - Crops Capital
Cultivos ecológicos y fincas rústicas sostenibles

Cultivos ecológicos y fincas rústicas sostenibles

El mercado del cultivo ecológico se caracteriza por su certificación específica, validada y  regulada que permite la adquisición del sello ecológico con el que comerciar con los mercados adecuados. Y es que el certificado ecológico significa que los productos que provienen de esa finca rústica dedicada a la explotación agrícola no utilizan químicos ni pesticidas, que los abonos son naturales y los productos, por lo tanto, no tendrán productos no deseados en su composición, representando un valor añadido de por sí.

Conseguir convertir tu explotación agrícola en una finca rústica ecológica significa reducir la huella de carbono, utilizar de forma óptima los recursos naturales y libres de residuos tóxicos. Se elimina el uso de pesticidas, de fertilizantes sintéticos e insecticidas. Sí, las cosechas no son iguales, y de nuevo viene hasta nosotros, la sociedad de consumo, el concepto de «productos de temporada» puesto que en rotación no podremos tener siempre los productos que deseamos puesto que el campo tiene sus propios tiempos. Y respetar eso es siempre una apuesta de futuro.

Tipos de cultivos ecológicos

La agricultura ecológica se basa en cultivos producidos de forma orgánica sin recurrir a elementos químicos dañinos para el medioambiente. Pero, ¿hay más de una manera de cultivar de forma ecológica? La respuesta es sí, hay cuatro clases de producción agrícola ecológica.

Agricultura biodinámica: este método de cultivo se basa en el Cosmos (la luna, las estrellas y los planetas) y su influencia sobre los seres vivos y, en especial, sobre las plantas. En este método entran en juego nuevas técnicas para la preparación de abonos orgánicos, la integración de la agricultura y ganadería, el reciclaje de nutrientes y la conservación del suelo, entre otras.

Agricultura Natural o Fukoka: este tipo de cultivo se basa en reproducir las condiciones naturales de la forma más fiel posible. Sus principios básicos son no arar, no usar fertilizantes ni abonos químicos, no quitar las malas hierbas con herbicidas, no podar y no usar pesticidas.

Permacultura: se trata de un modelo agrícola, económico y social basado en el diseño de una finca que ayude al ahorro de energía y trabajo, para ser lo máximo posible autosuficiente. El objetivo es conseguir integrar el terreno con el entorno y el clima, cultivando las especies adecuadas para cada propuesta.

Agricultura sinérgica: el principio fundamental de este tipo de agricultura es que la tierra permite que las plantas crezcan, y son éstas las que hacen que el suelo sea fértil. Esto es posible gracias a los residuos orgánicos que dejan las mismas plantas y a los diversos microorganismos.

 

Fincas rústicas sostenibles

Una finca es considerada sostenible en tanto y cuanto es capaz de promover una gran eficiencia en la explotación de los recursos generando una economía respetuosa con el medio ambiente, impulsando las zonas rurales en las que se encuentra y favoreciendo la inclusión social. En este tipo de fincas, el balance entre las emisiones y la generación de recursos se consigue gracias a diferentes medidas de adaptación como por ejemplo:

  • El fito-mejoramiento para aguantar sequías, plagas o enfermedades.
  • Gestión proactiva de la tierra para aumentar el secuestro de carbono.
  • Producir de forma sostenible, practicar la agricultura de precisión que permita el laboreo mínimo que mejore las condiciones del suelo sin afectar su estructura.
  • Uso racional y necesario de los insumos agrícolas como fertilizantes y fitosanitarios.
  • Practicar activamente la gestión integrada de plagas.

En el caso de la energía, es importante potenciar el uso de energías renovables, biocombustibles procedentes por ejemplo de la digestión anaeróbica de residuos orgánicos o de la materia orgánica generada por el propio ganado de la finca, potenciando así la economía circular. El uso de recursos propios, como la madera en construcción, podría ser también importante.

Las fincas rústicas sostenibles son una buena iniciativa para impulsar la economía y revitalizar las zonas rurales.

Con este tipo de fincas se produce un aumento de los puestos de trabajo y de la economía de la zona. De esta forma, se favorece la inclusión social y también la preocupación sana por la preservación de estas zonas y de las innumerables especies, lugares y animales de interés que guardan en su interior.

 

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